Encontrarnos cuando caminamos con un conejo en Australia, un visón americano en España o un mejillón cebra en la orilla de algún embalse de Nueva Zelanda puede hacernos pensar que el planeta se hubiera convertido en una gran coctelera donde, tras terminar de remover el agitado cóctel, las especies se hubieran redistribuido por los continentes de una forma equivocada. Este es el resultado del fenómeno de las bioinvasiones, donde las especies, con la ayuda del hombre, han cambiado su distribución mundial y alteran la estructura y funcionamiento de los ecosistemas receptores. Al hablar de especies exóticas invasoras (EEI) es hablar de aquellas especies, semillas o propagulos que a través de la mano del hombre han conseguido llegar desde sus áreas de distribución natural hasta otras áreas geográficas, estableciendo poblaciones naturalizadas que causan impactos negativos sobre el medio ambiente, la economía o la salud.

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